El punk y el rock combativo hecho de manera honesta, casi por amor al arte y sin grandes pretensiones, está en buenas manos cuando se trata de gente tan trabajadora como el prolífico músico Jose Guerrero, que sigue tan activo como de costumbre y no es solo capaz de ser parte fundamental –y al mismo tiempo– de proyectos como La Orquesta del Caballo Ganador, Rastrejo, Betunizer y Cuello, sino que, además, mantiene una actividad compositiva y discográfica imparable, editando discos siempre interesantes de sus distintas bandas cada poco tiempo (en el caso de la que nos ocupa, uno por año).

Para aquellos que hayan seguido la trayectoria de Cuello hasta hoy (arrancaron en 2013), hay pocas novedades que destacar con respecto a sus dos álbumes precedentes porque lo importante, además de las guitarras afiladas y veloces que tanto pueden recordar a Superchunk como a Jawbox, siguen siendo las melodías de voz –de algún modo, siempre optimistas– y las letras sencillas y llenas de representaciones imaginativas y sugerentes (a veces también absurdas) en canciones que viajan del punk al indie rock con gran facilidad –de The Muffs (“Puré mental tricolor”) a Built To Spill (“Aclarando perfiles”, de lo mejor del lote) o Guided By Voices (“Deseo de expansión”)– y siempre guiadas por la urgencia y el buen rollo. (Rock de lux)